Cantero manual

Identificación

Nombre propio del elemento
Cantero manual
Otras denominaciones
Pedrer/pedrera, pedraire, lapiscida, maresser, cantoner (términos en catalán).
Tipo de elemento
Extracción de piedra
Grupo y/o comunidad
Los canteros manuales prevalecían sobre los horticultores en los núcleos de Sant Francesc (Es Pil·larí), ses Cadenes y s’Arenal. A principios del siglo XX, el Coll d’en Rabassa también se consideraba un pueblo de canteros.
Idioma de expresión/ variante dialectal
Catalán/ mallorquín
Código
IPCIM-1-001
Breve descripción
El trabajo de cantero consiste en hendir y extraer el “marès” (piedra arenisca) de las pedreras. El “marès”, etimológicamente, significa «del mar o marino». La formación del “marès” se remonta al Terciario Vindoboniense (mioceno) y al Cuaternario, y la formación geológica es estrictamente marina. Existen dos tipos: el denominado “marès” más antiguo, que está formado por materiales sedimentarios de organismos marinos: moluscos, dientes de escualos, fragmentos de almejas, algas, etc., y ligados por carbonato de calcio; y uno más moderno y común en la costa, el cual está constituido por una molasa cuaternaria de formación marina de grano más grueso, herencia de la influencia marina (formación de playa o duna).
El “marès” que se encuentra en el Pla de Sant Jordi varia de color, y se muestra o bien blanquecino o con una tonalidad semejante a la pasa. Por norma general, puede ser tanto de grano fino como grueso. En ocasiones son perceptibles, sobre la superficie, a primera vista, algunos fósiles.
Las canteras de “marès” se encuentran próximas al mar o en el interior, siendo estas últimas canteras abiertas, bien con pendiente y en llanos; o subterráneas. Miquel Fullana describe el “marès”, en su diccionario, como: «pedra de bon treballar, abundant a les Balears, que es treu d’uns dipòsits d’arenes marines consolidades del període quaternari, i s’empra en la construcció d’edificis».
Cabe señalar que el uso del “marès” es la construcción, y no sólo se ciñe a la arquitectura tradicional, sino que abarca obras civiles y religiosas de gran magnitud, como, por ejemplo, la Catedral de Palma, La Lonja, etc.

Localización

Localización
Mallorca, Palma, Pla de Sant Jordi
Descripción de la localización/ espacio
El Pla de Sant Jordi presenta, dentro de sus límites, canteras de “marès”, tanto en la zona interior ─la hacienda de Son Sunyer o las canteras de Son Gual─ como a lo largo de la costa ─des des Coll d’en Rabassa hasta Cala Blava (municipio de Llucmajor)─, dibujando un paisaje característico con la huella de las explotaciones antiguas, restos de muelles artificiales, etc.
Georeferenciación

Datación

Fecha de realización
Todo el año
Periodicidad
Continua
Descripción de la fecha de realización/ periodicidad
El Pla de Sant Jordi presenta, dentro de sus límites, canteras de “marès”, tanto en la zona interior ─la hacienda de Son Sunyer o las canteras de Son Gual─ como a lo largo de la costa ─des des Coll d’en Rabassa hasta Cala Blava (municipio de Llucmajor)─, dibujando un paisaje característico con la huella de las explotaciones antiguas, restos de muelles artificiales, etc.

Descripción

Descripción general
El primer paso del cantero era encontrar un lugar donde establecer la pedrera. Generalmente se buscaba “marès” de calidad, cuya veta natural la formaba el “marès de llivanya” (lancha). El cantero vaciaba la cantera “en rost”, en pendiente, de forma escalonada, o lo ejecutaba “en pica”, procediendo a hacer un pozo grande, si picaba sobre una planicie. El cantero se regía por las hendiduras e intentaba evitar las capas de arcilla. En ocasiones, después de quitar una capa de arcilla, se topaba con el segmento fuerte que denominaban el “blau” (por la tonalidad). Los canteros afirmaban que, si se encuentra una sección blanda después de haber sobrepasado una capa dura, es señal de que la cantera será mala.
En algunas canteras se podían hallar hasta tres clases de “marès” en una cantera. Ésta empezaba en tenaza (piedra muerta de dureza arcillosa), seguido de un azul fuerte y después arcilla. Según fuentes orales, en Son Sunyer, existían numerosas porciones de hasta veinte metros con tres clases de “marès”. Además, se indica que, si se encontraba una porción negra y con olor a gas, señalaba que debajo se encontraría el mejor “marès”.
Al establecer el lugar adecuado para picar, el cantero manual lo alquilaba al propietario del terreno. Según Rosselló Verger cuando se arrendaba el terreno se concedía el derecho de explotación de los cuatro lados del cuadro acotado. En los años 40 del siglo XX, un cantero ganaba unas 45 pesetas a la semana y el alquiler de una cantera oscilaba entre las 10-15 pesetas semanales, es decir, unas 40-60 pesetas al mes. Asimismo, se necesitaba un permiso de Minas, lo cual implicaba pagar una contribución por la explotación, tanto si la tierra era propiedad del cantero o se había alquilado. Con posteridad, el cantero mondaba la futura cantera. Con ayuda de un azadón y una espuerta se dedicaba a quitar los arbustos, las malas hierbas… también cortaba los pinos y retiraba las piedras. Si las piedras eran voluminosas, las movía con ayuda de una alzaprima o bien las pulverizaba con una maza. En alguna ocasión la agujeraba con una barrena e introducía medio cartucho o uno entero de dinamita y las reventaba.
El cantero buscaba el “bessó” (la mejor parte donde picar), siguiendo el hilo, es decir, la dirección de los planos de sedimentación. Para este trabajo, el cantero usaba la escoda, con la cual iba desprendiendo las “pells”, que son las primeras capas de “marès”. Picaba continuando la pendiente de las grietas. El nombre de la escoda varía según las comarcas: “escoda murera”, “escora alcudienca” … En el Pla de Sant Jordi se empleaba la “escoda llucmajorenca”, que tenía forma de T.
Con esta herramienta el cantero hendía el “marès” haciendo las regatas, bastante gruesas, posicionado con un pie delante y otro detrás. Hacer regatas era el primer trabajo que se aprendía del oficio. De las regatas se distinguen las regatas largas (“llarguers”), que consistían en una línea recta, donde se va fracturando el “marès”, y las regatas cortas (“capcers”), que son las que se trazan con la finalidad de separar las piezas. Seguidamente, se realizaban las “tasconeres”, que son las regatas de debajo (la mocheta), bastante gruesas, y donde se emplazaban las dos “llaunes” (barras largas y planas de hierro), que eran el enser que favorecía la fuerza para poder extraer la pieza de “marès” completa. Se colocaban una sobre otra con tres o cuatro cuñas de hierro, y se golpeaba con un mazo una cuña tras otra de manera continua, trabajo que el cantero realizaba posicionado de pie sobre la pieza que deseaba extraer. El cantero escuchaba y notaba las vibraciones al golpear, si sonaba vacío o si «cantava»; según la rampa que sentía en las piernas sabía dónde tenía que golpear más fuerte o más flojo. De esta manera, el cantero percibía con el sonido el defecto del “marès”. Si «cantava» es que era bueno, y si sonaba vacío es que el interior estaba hueco y se rompería con facilidad. Con este procedimiento, continuaba golpeando punto por punto hasta romper la pieza. Para extraer la pieza utilizaba una vara o palanca que consistía en una barra de hierro muy larga. Después se dedicaba a arreglar dicha pieza con la ayuda del trinchante (especie de doble hacha), es decir, le daba forma, la arreglaba. 
En la década de 1920, ya se usaba el tronzador o la sierra de largos para serrar piezas de “marès” y obtener de esta manera todos los gruesos. Pero el tronzador no será desplazado de las canteras con la llegada de las sierras mecánicas en la década de los 30, a modo de premecanización. Ambos ingenios convivirán y se usarán habitualmente.
Se sabe que las herramientas de cantero se afilaban con frecuencia. Francisco Vich indica que en 1950 los herreros arreglaban diariamente unos trescientos utensilios de cantero. Lo que hacían era cambiar los calces, que eran las puntas o cortes de acero que soldaban en los extremos para darles más consistencia y para rehacer las herramientas del desgaste.
Para tomar las medidas, se utilizaba una iguala o regla, que era una barra de madera marcada con medidas, con la cual se marcaba la pieza con ayuda de un lápiz. Habitualmente, la medida de la pieza era de 40 x 80 cm., pero el grueso variaba y podía ser de 6, 10, 20, 25, 30 cm… y recibían diferentes nombres según su grosor “gruix de rei” (25 cm.), “gruix d’emperador” (30 cm) … el “marès”, además, se compatibilizaba y se vendía por carretadas (ver apartado medidas del “marès”). 
Para acabar, el cantero alzaba la pieza con las manos “a braó” (a pulso) y la transportaba dándole vueltas sobre sí misma, utilizando una técnica con las manos que aprovecha la fuerza del giro para ir moviéndola (que se denomina “fer ballar el marès”). En este proceso, si el “marès” era de mala calidad, los cantos de la pieza se deshacían.
El cantero transportaba la pieza hasta el molino. El molino, a modo de montacargas, consistía en un tronco de higuera grueso y redondo (pesaba poco), con seis palos insertados, comúnmente de acebuche. El ingenio se montaba sobre piezas superpuestas de “marès” (que la memoria oral denomina “currunes”). Fullana, en su diccionario, describe el ingenio como «nom que els pedrers o trencadors de marès donen al torn que empren per a pujar les peces o mitjans dalt la pedrera; consisteix en un cilindre de fusta, muntat horitzontalment sobre dos suports, amb una roda de sis antenes a un extrem, semblants a la d’un molí de vent, amb les quals li fa fer voltes per enrotllar-hi el rest o corda on va suspesa la peça que volen pujar». Es decir, el torno se giraba con ayuda de los palos y la cuerda se enrollaba alrededor del tronco. En el extremo de la cuerda había un gancho con dos cadenas para sujetar la pieza y así subirla hasta el carro. Era habitual que las mujeres manejaran el molino y cantaban mientras lo hacían.
La mecanización, en los años 50 del siglo XX, supuso el uso de la sierra de disco o rotatoria y el fin progresivo de picar a mano [los últimos canteros manuales (que trabajaban "a la mala") del Pla de Sant Jordi fueron Francisco Vich y Martí Salvà, que explotaron una última cantera a mano a causa del pedido de unas piezas con unas medidas concretas]. Se debe señalar que el cantero que trabajaba “a la mala” extraía unas diez piezas al día. Mientras que la mecanización supuso una producción de una pieza cada 45 segundos.
La sierra rotatoria contribuye a realizar tiradas largas y rectas, y de este modo las canteras son más amplias y rectangulares. La explotación se ejecuta en un sentido horizontal más que vertical. La sierra de disco rotula la cantera. Movida por electricidad o motores de explosión, este ingenio se desplaza sobre raíles con sierras de disco. La rapidez de corte aumenta y facilita el trabajo. Las piezas que escinde son de medida estándar de 80 x 40 x 40 cm. La máquina traza una red perpendicular para después voltear el eje de una de las sierras que corta con la finalidad de separar la pieza. Pero cabe decir que el uso de la sierra giratoria también presenta el inconveniente de no poder utilizarse en canteras desiguales de dureza o entrecruzadas y, consecuentemente, a causa de ello, prevalece la cantidad sobre la calidad, ya que la mecanización no selecciona entre el “marès” bueno y el malo; las máquinas lo seccionan y lo extraen todo, y de ello depende las características del estrato que se está explotando en ese instante. No es extraño que a veces los sillares cortados con máquina presenten líneas de factura.
Esta sobreexplotación supuso que, en los años 50, resurgiera la exportación con envíos a Valencia y Sevilla, y sumándose la euforia constructora a raíz del turismo. En los años 70, a partir de la crisis del petróleo, también hubo un período de rehabilitaciones de construcciones populares que requerían “marès”. En las canteras mecanizadas, el cantero levanta las piezas con una horca en forma de U, y se sigue usando el tronzador o la sierra mecánica para cortar la pieza respetando los estándares de los diferentes espesores. 
La cantera se explotaba hasta llegar al nivel acuífero o de agua freática. Algunos canteros decían haber excavado hasta los 80 palmos (unos 16 metros) sin encontrar agua, si bien en la zona de Es Carnatge el agua ya aparecía a los 15-20 palmos (4 metros). Cuando se presentaba la dificultad añadida para subir las piezas a la superficie también se sopesaba abandonar la explotación de la cantera. 
De los restos de las piezas cortadas se producía el cascajo o tasquil (“picadís”), que con el tiempo generó una industria propia. El cascajo se purgaba con un “belitre” (bastidor cuadrangular guarnecido de varas paralelas formando una parrilla), y se mezclaba con cemento, grava o arena. Con el tiempo el cascajo ya lo hacía una máquina, que se encargaba de triturarlo todo.
La indumentaria del cantero consistía en unos pantalones comunes y alpargatas. En verano, el cantero trabajaba con pantalones cortos y sin camisa. Las mujeres se ataviaban con unos calzones debajo de la falda para evitar los trocitos de “marès” que brotaban a cada golpe.
El cantero trabajaba de sol a sol y era frecuente que viviera en barracas construidas con trozos desiguales y desechados de “marès”, vigas de madera y tejado de “llivanya”. El cantero vivía solo o con algún compañero, ya que no era habitual alojar a la familia en las barracas. Dormían sobre lechos de boj y el mobiliario consistía en una silla, una mesa de “marès”, un par de ollas, una jarra para recoger agua y un candil de aceite o una lámpara de carburo, que también utilizaban para iluminarse en el trabajo durante el ocaso o el alba.
Es usual encontrar dentro de las canteras árboles frutales, como higueras, naranjos y limoneros, que parece ser plantaron los canteros para comer durante el día a día. Además, el cantero pescaba en la costa y cazaba tierra adentro: tordos, conejos y erizos.
Los canteros que vivían en las barracas venían de lejos, no así los que habitaban en el mismo Pla de Sant Jordi, que se desplazaban principalmente en bicicleta de su casa a la cantera y de la cantera a su casa. Sus hábitats se ubicaban en los núcleos del Coll d’En Rabassa, es Pil·larí (Sant Francesc), ses Cadenes o s’Arenal.
Los niños también picaban en las canteras, utilizando una escoda pequeña para hacer las regatas. Era el primer trabajo que aprendían. También se dedicaban a recoger cascajo con un azadón y lo replegaban en una espuerta de esparto.

Anécdotas
A veces se repartía el almuerzo por secciones dentro de la cantera, de esta manera el cantero avanzaba con un objetivo, fase por fase, de alcanzar la comida. 
Muchos de los canteros que regresaban de ses Cadenes por la Carretera Militar per s’Aranjassa, camino de Sant Jordi, se detenían en algún café donde se jugaban el jornal a las cartas y perdían todo el sueldo de la semana.

Medidas del "marès"
Es importante tener en cuenta las medidas de las piezas de “marès” y el nombre que recibían según el grosor, así como el número de piezas que formaban una carretada, que generalmente era la cantidad de piezas que cabían en un carro; pero que en el caso del “marès” la carretada hace referencia a la cantidad de piezas que se cargaban en el trineo de troncos de acebuche que se utilizaba para desplazar las piezas desde la cantera al bote. Cuando el carro se utilizó como medio de carga habitual, cabe señalar que estos transportaban un equivalente a cuatro carretadas.
Miquel Ballester, a través de las fuentes documentales, recupera las medidas antiguas en palmos (1 “pam de cana” equivale a 19,55 cm), mientras que la tradición oral ya nos habla del ancho en centímetros, si bien se continuaba conservando la nomenclatura para cada una de las piezas.
El “teulader”, el grueso del cual era ¾ de “quart de pam” (3,66 cm).
La “llivanya”, el grueso del cual era 1 “quart de pam” (4,88 cm), 5 cm según la tradición oral. Ocho piezas formaban una carretada.
La “mitja pedra”, el grueso del cual era 1 “quart i mig” (7,33 cm), 7 cm según la tradición oral. Ocho piezas formaban una carretada.
El “tresperdós”, el grueso del cual era ½ “pam” (9,77 cm), 10 cm según la tradición oral. Seis piezas formaban una carretada.
El “ordinari”, el grueso del cual era 3 “quarts” (14,66 cm), 15 cm según la tradición oral. Cuatro piezas formaban una carretada.
De “pam o vint”, el grueso del cual era 1 “pam” (19,55 cm), 20 cm según la tradición oral. Tres piezas y media formaban una carretada.
De “rei”, el grueso del cual eran 5 “pams” (24,40 cm), 25 cm según la tradición oral. Dos piezas y media formaban una carretada.
De “emperador”, el grueso del cual era un “pam i mig” (29,31 cm), 30 cm según la tradición oral. Dos piezas y media formaban una carretada.
En Llucmajor, se extraían piezas de 40 y 50 cm de grueso, estas últimas se denominaban de “llit ample”.

Historia y transformaciones del elemento
La extracción de “marès” en Mallorca se remonta a tiempos prehistóricos, si bien la manera de aprovecharlo no alteraba el aspecto del terreno y por ende no deja huellas que haga entrever los yacimientos, hecho que no sucede con las explotaciones romanas, que sí presentan vestigios reconocibles.
En el siglo XIV las canteras eran bienes comunales. La cantera de Son Verí (Llucmajor) ya se documenta, gracias a un contrato de alquiler, en el año 1347. Asimismo, del siglo XV hay numerosas referencias sobre canteras en el litoral. Parece ser que las ordenaciones gremiales de 1405, que recogían el oficio de albañil, ya incluían al cantero. En 1364 hay una mención sobre la organización de este gremio, cuando se establece en la capilla de los Cuatro Mártires Coronados de la iglesia de Santa Eulalia de Palma (Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino). A principios del siglo XVI, con las Germanias, los ataques turcos y la peste, los canteros, empujados por un posible auge de la construcción, y junto con los albañiles, solicitaron con fortuna su antigua casa para albergar a sus patrones, que incluía a su vez a la Virgen de la Leche. Durante este siglo se reflejará la pobreza del gremio, y las ordenaciones de la época asemejan más un instrumento fiscal que una norma de reglamentación del trabajo y de la organización: se establecían las cuotas sobre las piedras vendidas, el monopolio de la venta de piedra para los maestros, las imposiciones a extranjeros para poder trabajar en Mallorca, etc. Del año 1568, gracias al historiador Font Obrador, se conocen el nombre de algunos sobrepuestos del gremio de canteros-albañiles: Matías Nicolau, Bartolomé Tomàs Argenter y Jaume Noguera. En esta época se acentúa el centralismo de Palma, lo cual provoca que en 1604 hubiese un movimiento autonomista de albañiles en Llucmajor y Porreres. En s’Arenal de Llucmajor existió una sección autónoma de canteros que ostentaban en el escudo el trinchante, que es una de las herramientas que utilizan. Esta segregación del gremio de Palma correspondió presumiblemente a una fuerte demanda de trabajo. En el año 1663 se materializó la segregación de los canteros de Llucmajor, que se constituirán como gremio.  
En estas ordenaciones, los canteros establecen de manera definitiva el culto a la Virgen de la Leche (que en el siglo XIX será nombrada patrona de s’Arenal ─importancia de la tradición─), si bien seguirán como patrones los Cuatro Mártires Coronados. Las ordenaciones también establecen la libertad de faenar en cualquier lugar de Mallorca, facilitando el trabajo a otros canteros foráneos de Llucmajor; controlan las contrataciones, etc. Se fijó como día de la asamblea anual el domingo después de San Lorenzo (10 de agosto). En 1722 se escindieron definitivamente de los gremios de Palma.
Con el tiempo, a finales del XIX y principios del XX, el trabajo de cantero se intensificó y formó uno de los grupos más homogéneos en el movimiento obrero mallorquín. La mejora del camino de s’Algar, que conectaba Llucmajor con s’Arenal, facilitó la llegada gentes de dicho municipio.
En 1905 numerosos canteros se establecieron en Son Sunyer (la hacienda más grande Palma) y comenzaron a explotar canteras que los especialistas definen como de buena calidad. En 1920, el agotamiento de las canteras del Coll d’en Rabassa supuso que muchos más canteros se establecieran en las tierras de Son Sunyer.
Poco después, la llegada del ferrocarril, en 1916, masificó la industria. Un gran número de gentes de Llucmajor se trasladó a trabajar al Pla de Sant Jordi. Las antiguas barracas de canteros de finales del siglo XIX son substituidas por viviendas. Nacieron de este modo los núcleos de s’Arenal (Llucmajor), es Pil·larí (Sant Francesc) y ses Cadenes. En el censo de 1930 se tiene constancia que la mayoría de personas que habitan en el Pla de Sant Jordi era oriunda de Llucmajor, Algaida y Marratxí.
En los años 30 la extracción de las canteras se premecanizó parcialmente con la instalación de sierras mecánicas, que coexistirían con los trenzadores o sierras de largos.
Si bien los canteros manuales se situaban en el sector I, eran considerados como obreros, de aquí el estrecho vínculo que los unía al movimiento obrero la ideología anticlerical, libertaria y comunista, y que reflejó una sociedad igualitaria por lo que respecta a la mujer, no sólo en el mundo laboral (picaban en las canteras), sino en su papel en la sociedad (las mujeres iban a los cafés como clientes). Dentro de este carácter ideológico se debe señalar, por ejemplo, la inexistencia de una iglesia en ses Cadenes, núcleo importante de canteros. Este punto muestra las diferencias con el hortolano, bajo la tutela de un señor y vinculado a una sociedad más tradicional. Hacia 1927, los canteros constituyeron la cooperativa Unión de Canteros para luchar por sus intereses y contra los abusos continuos de los mercaderes. La Unión marcaba el precio del “marès” frente a los mercaderes y, además, ayudaba al trabajador según su productividad; es decir, si un cantero producía un número inferior de piezas era compensado (igualdad de trabajo, producción, costes y salarios). En 1931 se organizó la cooperativa La Renovación, Obreros y Canteros y Similares, cuyos objetivos eran reducir la jornada laboral e impartir una educación y una moralidad a los socios. 
Todos estos puntos nos revelan que los canteros, ligados a las corrientes socialista y comunista, y manifestándose con la izquierda y la lucha obrera, contrastaba con el conservadurismo y la tradición que emanaba del campo, aunque los hortelanos si se establecieron en cooperativas. Los canteros también se vincularon con la sociedad Cultura Social que fomentó la cultura entre sus compañeros.
La Guerra Civil (1936-1939) supuso que el sector fuera víctima activa de la represión franquista, sobre todo en ses Cadenes, afectando inevitablemente a la organización obrera.
La industria de la cantería se mecanizó definitivamente hacia 1955, de la mano del sindicalismo vertical, que paradójicamente recuperó unos estatutos de 1935. Aunque había conciencia corporativa, era habitual que el cantero tuviera otro oficio. Eran muchos los trabajadores que ejercían de canteros, pero también de hortelanos, herreros… o amas de casa, ya que la mujer realizaba el mismo trabajo que el hombre en las canteras e incluso se encargaban de uno de los trabajadores más duros: el molino, donde movían la polea para levantar las piezas de “marès” hacia la superficie.
La mecanización vino favorecida por el turismo, y grupos de canteros se reunieron en sociedades comprando máquinas de cortar “marès” (sierras giratorias) que rondaban las 2.000 pesetas. Otros las alquilaban o iban a trabajar como jornaleros en dichas canteras mecanizadas. La tradición oral nos habla de herreros como los Rigo, que perfeccionaron o fabricaron modelos propios de sierra, equipados con discos de dientes de widia, que eran bastantes costosos si se rompían. Se trataba del taller de Martín y Sebastià Rigo de s’Aranjassa, que como el obrador regentado por Miquel Tous del Coll d’en Rabassa, se dedicaba a fabricar y reparar este tipo de maquinaria.
En los años 50, con mestre Juan de sa Plaça de presidente y Miquel Pruna de contador de la Cooperativa de Canteros, se propuso bajar el precio del “marès” frente a los canteros de máquina como medida de presión. Pero la mecanización era imparable y conllevó una serie de cambios como un horario de trabajo o el ruido insoportable de las máquinas. Además, asentó el capitalismo en la cantería, en controversia con las cooperativas de antaño. A todo ello se debe sumar la introducción de materiales de construcciones nuevas, como el tocho.
En la identificación de grupos socioeconómicos del Pla de Sant Jordi, y a partir del estudio del censo que hace Miquel Grimalt respecto a los canteros, se debe señalar que en 1930 los canteros eran el 1,43% del total de la población activa, un porcentaje mínimo frente a la mayoría que eran agricultores y sumaban un 89,17%. En 1950 los canteros eran el 5,43%, en 1960 el 5% para bajar al 1,69% en 1981, coincidiendo con el cambio de modelo económico que acompañó la subida desmesurada del sector III (servicios-turismo) que representaba el 56% de la población activa total, en contraste con el 28% del sector I, que en 1960 era del 67%, pero en 1930 era del 92% de la población activa del Pla de Sant Jordi.
Estos datos se han de estudiar con pies de plomo, ya que muchos de los canteros eran horticultores a tiempo parcial y, tal vez, se refiere simplemente como cantero a aquellos que vivían en los núcleos urbanos. Además, Grimalt trata expresamente el Pla de Sant Jordi, a excepción de s’Arenal, y lo consulta por secciones, lo cual contrastaba con las afueras, frente a la extensión imperante de agricultores. Según los expertos esto no quita importancia a los canteros como núcleo y, además, se ha de tener presente que el sector II había muchos albañiles que tal vez se podían incluir dentro del análisis.
La evolución de los sectores socioeconómicos marca, en cierta manera, los cambios profundos que ha sufrido el Pla de Sant Jordi en las últimas décadas en las relaciones humanas y laborales.
Materia primera
Piedra, Marès
Procesos y preparativos
1. Buscar el terreno propicio para establecer la cantera. Acuerdo con el propietario y pagar canon semanal o mensual.
2. Quitar árboles, hierbas y piedras.
3. Quitar las “pells” (primeras capas de “marès”) con la escoda.
4.     Hacer regatas largas (“llarguers”) y regatas cortas (“capcers”) sobre el “marès” con la escoda.
5.     Colocar “llaunes” y cuñas, y golpear hasta hendir la pieza.
6.     Extraer la pieza con ayuda de una barra o a pulso.
7.     Tomar medidas con una iguala o regla.
8. Arreglar o dar forma a la pieza con un trinchante.
9. Mover o hacer bailar la pieza hasta el molino.
10. Levantar la pieza con el molino hasta la superficie y cargarla sobre el carro.
Objectivo de la actividad/proceso/ técnica
Piezas de marès
Distribución/ consumo
Las piezas de “marès” que se extraían de la cantera eran transportadas por los carreteros, mayoritariamente provenientes del Coll d’en Rebassa, es Pil·larí, ses Cadenes y s’Arenal. Su destino era el mercader, que había encargado las piezas y se ocupaba de venderlas; o bien las depositaban en la estación de s’Arenal, donde se cargaban en el ferrocarril para transportarlas a su destino. Uno de los mercaderes, Magí Meco, montó en ses Cadenes un cargador de “marès” conectado con el ferrocarril y, de esta manera, facilitó el transporte hasta Palma. 
Miquel Ballester explica que antes de esta revolución del transporte era común utilizar, en una construcción, el “marès” de las canteras más cercanas, ya que costaba acarrear el “marès” de lugares remotos, tanto a causa del mal estado de los caminos o de las características rudimentarias de los carros, cuestión que cambió con la introducción del carro de rueda con rayos (inicios del siglo XIX), lo cual mejoró considerablemente el transporte de las piezas. Es cierto que hasta entonces era frecuente el uso de botes y faluchos (embarcaciones) para el transporte, por esta razón se conservan restos de muelles muy cerca de las canteras del litoral (por ejemplo, es Carnatge). Las piezas de “marès” se bajaban al mar mediante angarillas que se desplazaban sobre los “devalladors” (viales de “marès” con canaleta) o bien utilizando un tipo de trineo de troncos de acebuche, arrastrado por un asno a través de caminos de losas de “marès” (de ahí proviene el número de piezas que conforma una carretada y que varía según el grosor). Las piezas también se podían cargar en barcazas, que navegaban hasta Palma. El Archiduque Luis Salvador habla del uso de laúdes para el transporte de estas piezas, que se descargaban al pie de la muralla de Palma para después distribuirlas por los diferentes lugares de construcción.
El “marès” se destinaba a la construcción: casas, molinos, almacenes... y también, antiguamente, a obras civiles y religiosas, tanto públicas como privadas (por ejemplo, la Catedral). A finales del siglo XIX, los constructores de Palma, según el Archiduque Luis Salvador, utilizaban “marès” del Coll d’en Rabassa que, aunque presentaba una estructura irregular, era de gran resistencia. El mismo autor nos expone que las construcciones hechas en “marès” se cubrían con una capa de mortero para protegerlo del aire del mar y la humedad. Este procedimiento se denominaba embetunar. 
En el Pla de Sant Jordi, el “marès” era el material más usual de construcción, caracterizado por su ligereza y resistencia. En el pasado se construía con bloques irregulares mal devastados, y se dedicaban los sillares o las piezas regulares en esquinas, ventanas y puertas. A mediados del siglo XX las piezas regulares se utilizaron en las construcciones más modestas. Según el grueso de la pieza del “marès” se empleaba para tipos de construcciones diferentes. El “gruix d’emperador” se usaba para pilastras y elementos estructurales, como muros de carga, al igual que el “gruix de rei”. En cambio, los “gruix de pam o ordinari” se utilizaban para construir muros, y con el “gruix de tresperdós” se construían tabiques gruesos. La “mitja pedra” y la “llivanya” se empleaba para bóvedas y bovedillas.
García Inyesta habla de las imperfecciones del “marès” común: porosidad, cristalización y estratificación bajas, características que suponían ventajas e inconvenientes a la hora de usarlo. En obras de magnitud, como la Catedral o La Lonja, existía la figura del “picador”, que era la persona encargada de trabajar la pieza que se debía utilizar para la construcción, y cuyo fin era dejarla en perfecto estado por la totalidad de los lados, usando la “picoleta”, la raedera, el cincel, el martillo...
Otro producto originario del marès es el cascajo o el tasquil (“picadís”), que se usa normalmente, mezclado, para enfoscar o guarnecer las paredes, fachadas, o poner debajo de las baldosas en seco, etc. Los canteros también fabricaban pilones de “marès” para abrevar a los animales.
Oficio/ conocimientos técnicos
El cantero se regía por los cortes para buscar buen “marès”. Por ejemplo, una superficie que era negra y desprendía olor de gas significaba que debajo había un mejor “marès”.
Herramientas, infraestructuras y objetos empleados y/o accessorios
Azadón: herramienta de hoja triangular que se utilizaba para hacer hoyos o mover la tierra. El cantero la usaba habitualmente para limpiar la cantera y recoger el cascajo.
Espuerta: recipiente hecho de palma o esparto, más amplio en la boca que en la parte inferior que servía para contener y transportar. Se utilizaba en el proceso de limpieza de la cantera y para recoger el cascajo.
Alzaprima: barra de hierro o madera que se utiliza para hacer palanca, útil para mover piedras voluminosas.
Escoda: herramienta parecida a un martillo grueso, con punta en cada una de las cabezas del hierro, que se empleaba para picar la piedra y hacer las regatas. La forma de la herramienta permitía avanzar en el surco, sin hacer palanca y poner de ese modo en peligro la integridad de la pieza en la cual se trabajaba. La manera de utilizarla obligaba al cantero a desviarse de la vertical en los tajos, lo cual explica las paredes inclinadas en las canteras artesanales.
“Llauna”: lámina, hoja delgada de metal o de otro material. Se utilizaban dos, introduciéndolas en la regata “tasconera”, y entre las mismas se encajaban las cuñas.
Cuñas: objetos de metal, de sección triangular, que sirve para abrir cuerpos sólidos o para mantener estrechos dos cuerpos entre los cuales se coloca. Se encajaban entre las dos “llaunes” y se golpeaban con una maza de modo continuado con la finalidad de extraer la pieza de “marès”. 
Maza: martillo grueso, de mango largo, que se empleaba para golpear las cuñas. El cantero se posicionaba de pie sobre la pieza que deseaba extraer. Gracias a los golpes percibía la calidad del “marès”. Si era bueno “cantava”, si era de mala factura sonaba a hueco.
Trinchante: hoja de metal amplia a semejanza de un hacha de dos hojas y con corte que se usaba para arreglar la pieza de “marès”, es decir, proporcionarle forma regulando las superficies, confeccionando de dicho modo la pieza con las medidas requeridas.
“Manuella” (vara): barra de hierro con filo en uno de los extremos o en ambos y que servía para ahondar en la piedra para hacer barrenos. También se podía usar como punto de apoyo para levantar la pieza de “marès”.
Iguala o regla: instrumento de madera, metal u otra materia dura, larga y derecha, de sección rectangular, generalmente de poco grueso que sirve para trazar líneas rectas pasando un lápiz por el margen. 
Molino: ingenio de madera con cuerdas que se utilizaba para levantar piezas de “marès” desde la cantera hasta el carro. Constaba de un tronco de higuera montado sobre dos soportes formados por piezas desechables de “marès”, con una rueda con seis palos de acebuche que permitía darle vueltas para enrollar la cuerda o maroma donde iba suspendida la pieza que se deseaba subir.
Tronzador o sierra de largos: sierra larga manejada por dos hombres situados a ambos extremos. En ocasiones está montada en el centro de un bastidor cuadrangular y otras está reducida a la hoja de acero y a un mango en cada uno de los extremos. Se utilizaba para serrar piezas de “marès” y, por ejemplo, partir una de “gruix d’emperador” (30 cm) en dos de “gruix ordinari” (15cm) y de ese modo obtener media carretada. Con el tiempo el tronzador fue sustituido o coexistió con las sierras mecánicas que ejecutaban esta labor con más rapidez y efectividad.

Mecanización
 
Sierra rotatoria o de disco: máquina que realizaba los cortes para extraer las piezas, formada por dos discos, uno que cortaba por debajo y el otro que cortaba las piezas de lado. Posteriormente, se incorporó el disco dentado, lo cual facilitó el corte con puntas de widia (abreviatura de “wie diamont”, «como el diamante», es decir, carburo de wolframio o tungsteno). Con el tiempo se perfeccionaron los modelos con discos dentados con puntas diamantadas, cadenas dentadas, hilo diamantado, etc.

Formas de organización social/ organizaciones formales o informales
En la Edad Media y en la Edad Moderna los canteros se organizaron en gremios. La evolución socioeconómica del oficio supuso con el paso del tiempo su emancipación de los albañiles (con quienes compartían gremio) y su importancia desemboca en la segregación del gremio de Palma y en la constitución en diferentes municipios de gremios de carácter propio y local, entre estos el de Llucmajor.
Durante el siglo XX, los canteros se agruparon en asociaciones y cooperativas de corte proletario, siendo protagonistas de un movimiento obrero al alza y con fuerza dentro de los núcleos urbanos del Pla de Sant Jordi donde eran la mayoría. Porque los canteros se consideraban en aquella época obreros frente a la realidad agraria que los rodeaba, sobre todo la mujer que trabajaba en la cantera, la cual ensalza unos valores vinculados a los movimientos de izquierda del momento y sobresale como la vanguardia de la mujer emancipada y emprendedora en un mundo de hombres.
Por normal general, no había familia en el Pla de Sant Jordi que no tuviera un miembro que se dedicara a la cantera. En la cantera picaban hombres, mujeres y niños. Todos participaban del oficio, y era el modus operandi para transmitir la profesión de una generación a otra. 

Patrimonio relacionado (patrimonio natural/bienes muebles/bienes inmuebles/ bienes inmateriales asociados)

Uso y función
Extracción de piezas de marès
Precisiones de uso y función
En Mallorca se conoce como “cantó de marès” la piedra de “marès” cortada en forma de paralelepípedo que sirve para construir edificios.  También se puede denominar pieza o sillar, que mantiene las medidas de 80 x40 cm, pero varia en el grueso.

Participantes/ ejecutantes
Hombres y mujeres de todas las edades, solteros y casados, niños… 
Los niños recibían una escoda de pequeñas dimensiones para aprender el oficio.
Las mujeres realizaban todo tipo de trabajos, pero se brindaban siempre al manejo del molino. 

Salvaguarda

Transmisión
Usualmente de padres a hijos. En el caso de las mujeres, algunas comentan que su maestro fue el marido.
Viablidad/ riesgos
Cambio del modo tradicional de extracción a causa de la mecanización. 
Pero, sobre todo, usos de nuevos materiales en la construcción. En la actualidad, el “marès” sólo se usa en obras de restauración y para elaborar piezas de ornamento. No se construye íntegramente en “marès”.
Valoración del individuo/grupo/ comunidad
La mayoría de personas entrevistadas ven inviable la recuperación del oficio de cantero manual, tal y como se conoce, cuestión que es incompatible con la mecanización del sector, que, aunque pervive y tiene su mercado (cascajo, sobre todo) y otras actividades económicas que han impactado sobre el Pla de Sant Jordi, como es el turismo. 
En cambio, si defienden que se conserve la memoria de la profesión y que esta memoria ha de ir vinculada al paisaje, ya que todavía quedan restos de las canteras a lo largo del territorio que se muestran como huellas imborrables que evocan el oficio del cantero.
Medidas de salvaguarda tomadas por el grupo/ comunidad
A ses Cadenes se reconoció el oficio a partir del nombramiento de una plaza y de la instalación de una placa recordatoria de las mujeres canteras en agosto de 2018. El mismo núcleo ha recogido la tradición del “marès” en las fiestas. La manera de mover las piezas de “marès” han dado origen a carreras donde se hace “bailar” la pieza desde un punto a otro. Aunque estas competiciones ya se realizaban tiempo atrás, la génesis de la fiesta actual es una iniciativa de finales de los años 80 del siglo XX.

Un cantero retirado, Francisco Vich, ha creado un museo particular, ha recopilado herramientas y documentos sobre este trabajo, lo cual ha abierto la posibilidad de montar un museo público en ses Cadenes. 
El club de la tercera edad de ses Cadenes se llama “Els trencadors”.
Igualmente, se han publicado pregones de las fiestas de San Cristóbal de s’Arenal, tratando el tema del cantero manual desde diferentes puntos de vista.

Protección jurídico-administrativa/ reconocimiento patrimonial
No hay ninguna cantera protegida por las Normas Subsidiarias del Ayuntamiento de Palma. Las canteras se ubican en áreas ANEI, AIA intensiva y SRG (Pla Territorial de Mallorca).
Otras medidas de salvaguarda/promoción/ difusión

Recursos documentales

La Huerta de Levante en Palma de Mallorca
Històries de la Platja de Palma: Els trencadors de marés de S'Arenal
El teixit associatiu en una vila preindustrial: els trencadors de pedra, una elit emergent i autònoma [Pregó de les festes de Sant Cristòfol]
Construir en marès
Diccionari de l’art i dels oficis de la construcció
El Marès. El material, su origen, historia, propiedades, canteras y calidades disponibles actualmente.
Habitatges tradicionals : característiques arquitectòniques, tipològiques i constructives dels habitatges en sòl rústic a Mallorca
Historia de Llucmajor (volumen 3)
La revolta dels trencadors de les Cadenes [Pregó de les festes de Sant Cristòfol]
Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca, parte general (tomo VI)
Les Illes Balears. Mallorca, el sud i sud-est
Les pedreres de marès. Identitat oblidada del paisatge de Mallorca
Trencadors del segle XIX i XX [Pregó de les festes de Sant Cristòfol]
La població dins l'espai del Pla de Sant Jordi (Mallorca)

Información técnica

Fecha de realización
20/10/2020
Actualizaciones de la ficha
20/10/2020
Personas investigadoras
Aina R. Serrano Espases
Persona validadora
Aina R. Serrano Espases
Personas redactoras de la ficha
David Albert Vázquez

Interpretación

Significación simbólica
La explotación de canteras ha tenido consecuencias tanto paisajísticas como humanas. El impacto de las canteras sobre el paisaje es evidente. A parte de dejar la huella en la memoria colectiva, ha ocasionado un paisaje desordenado de explotaciones, algunas todavía activas, pero otras abandonadas que aparecen como jardines silvestres hundidos entre paredes de “marès”, hoyos medio llenos de basura, rampas, plataformas de carga y restos de maquinaria. 
Dicho de los canteros: «Vivien amb l’esperança i morien desesperats.» (Vivían con la esperanza y morían desesperados).
Significación socioeconómica
En la actualidad, todavía funcionan algunas canteras. La mayoría hacen cascajo o tasquil para las obras y, otras, abandonadas, sirven como basureros. Con el tocho y el hormigón, el “marès” no captó la atención de los constructores, pero con la crisis del sector y el cambio climático, tal vez se volverá a los materiales tradicionales y se interpretará el paisaje como un valor de autoestima colectivo. En cambio, la mayoría de canteras abandonadas están cubiertas de matas, repletas de basura y muestran una imagen de desolación. Las canteras del litoral parecen haberse adaptado a la costa y muchas de estas, ganadas por el mar, se muestran erosionadas por el viento, el agua y la sal. 
En temas de ecoconstrucción y bioconstrucción, que evoca un hábitat sostenible, se buscan los materiales tradicionales que comporte un impacto medioambiental mínimo y, de esta manera, se quieren promover casas saludables y cómodas, y el “marès” puede ser una opción dentro de esta forma de vida.

Cantero manual

Identificación

Nombre propio del elemento
Otras denominaciones
Tipo de elemento
Cantero manual
Pedrer/pedrera, pedraire, lapiscida, maresser, cantoner (términos en catalán).
Extracción de piedra

Grupo y/o comunidad
Idioma de expresión/ variante dialectal
Código
Los canteros manuales prevalecían sobre los horticultores en los núcleos de Sant Francesc (Es Pil·larí), ses Cadenes y s’Arenal. A principios del siglo XX, el Coll d’en Rabassa también se consideraba un pueblo de canteros.
Catalán/ mallorquín
IPCIM-1-001

Breve descripción
El trabajo de cantero consiste en hendir y extraer el “marès” (piedra arenisca) de las pedreras. El “marès”, etimológicamente, significa «del mar o marino». La formación del “marès” se remonta al Terciario Vindoboniense (mioceno) y al Cuaternario, y la formación geológica es estrictamente marina. Existen dos tipos: el denominado “marès” más antiguo, que está formado por materiales sedimentarios de organismos marinos: moluscos, dientes de escualos, fragmentos de almejas, algas, etc., y ligados por carbonato de calcio; y uno más moderno y común en la costa, el cual está constituido por una molasa cuaternaria de formación marina de grano más grueso, herencia de la influencia marina (formación de playa o duna).
El “marès” que se encuentra en el Pla de Sant Jordi varia de color, y se muestra o bien blanquecino o con una tonalidad semejante a la pasa. Por norma general, puede ser tanto de grano fino como grueso. En ocasiones son perceptibles, sobre la superficie, a primera vista, algunos fósiles.
Las canteras de “marès” se encuentran próximas al mar o en el interior, siendo estas últimas canteras abiertas, bien con pendiente y en llanos; o subterráneas. Miquel Fullana describe el “marès”, en su diccionario, como: «pedra de bon treballar, abundant a les Balears, que es treu d’uns dipòsits d’arenes marines consolidades del període quaternari, i s’empra en la construcció d’edificis».
Cabe señalar que el uso del “marès” es la construcción, y no sólo se ciñe a la arquitectura tradicional, sino que abarca obras civiles y religiosas de gran magnitud, como, por ejemplo, la Catedral de Palma, La Lonja, etc.

Localización

Localización
Descripción de la localización/ espacio
Georeferenciación
Mallorca, Palma, Pla de Sant Jordi
El Pla de Sant Jordi presenta, dentro de sus límites, canteras de “marès”, tanto en la zona interior ─la hacienda de Son Sunyer o las canteras de Son Gual─ como a lo largo de la costa ─des des Coll d’en Rabassa hasta Cala Blava (municipio de Llucmajor)─, dibujando un paisaje característico con la huella de las explotaciones antiguas, restos de muelles artificiales, etc.

Datación

Fecha de realización
Periodicidad
Descripción de la fecha de realización/ periodicidad
Todo el año
Continua
El Pla de Sant Jordi presenta, dentro de sus límites, canteras de “marès”, tanto en la zona interior ─la hacienda de Son Sunyer o las canteras de Son Gual─ como a lo largo de la costa ─des des Coll d’en Rabassa hasta Cala Blava (municipio de Llucmajor)─, dibujando un paisaje característico con la huella de las explotaciones antiguas, restos de muelles artificiales, etc.

Descripción

Descripción general
El primer paso del cantero era encontrar un lugar donde establecer la pedrera. Generalmente se buscaba “marès” de calidad, cuya veta natural la formaba el “marès de llivanya” (lancha). El cantero vaciaba la cantera “en rost”, en pendiente, de forma escalonada, o lo ejecutaba “en pica”, procediendo a hacer un pozo grande, si picaba sobre una planicie. El cantero se regía por las hendiduras e intentaba evitar las capas de arcilla. En ocasiones, después de quitar una capa de arcilla, se topaba con el segmento fuerte que denominaban el “blau” (por la tonalidad). Los canteros afirmaban que, si se encuentra una sección blanda después de haber sobrepasado una capa dura, es señal de que la cantera será mala.
En algunas canteras se podían hallar hasta tres clases de “marès” en una cantera. Ésta empezaba en tenaza (piedra muerta de dureza arcillosa), seguido de un azul fuerte y después arcilla. Según fuentes orales, en Son Sunyer, existían numerosas porciones de hasta veinte metros con tres clases de “marès”. Además, se indica que, si se encontraba una porción negra y con olor a gas, señalaba que debajo se encontraría el mejor “marès”.
Al establecer el lugar adecuado para picar, el cantero manual lo alquilaba al propietario del terreno. Según Rosselló Verger cuando se arrendaba el terreno se concedía el derecho de explotación de los cuatro lados del cuadro acotado. En los años 40 del siglo XX, un cantero ganaba unas 45 pesetas a la semana y el alquiler de una cantera oscilaba entre las 10-15 pesetas semanales, es decir, unas 40-60 pesetas al mes. Asimismo, se necesitaba un permiso de Minas, lo cual implicaba pagar una contribución por la explotación, tanto si la tierra era propiedad del cantero o se había alquilado. Con posteridad, el cantero mondaba la futura cantera. Con ayuda de un azadón y una espuerta se dedicaba a quitar los arbustos, las malas hierbas… también cortaba los pinos y retiraba las piedras. Si las piedras eran voluminosas, las movía con ayuda de una alzaprima o bien las pulverizaba con una maza. En alguna ocasión la agujeraba con una barrena e introducía medio cartucho o uno entero de dinamita y las reventaba.
El cantero buscaba el “bessó” (la mejor parte donde picar), siguiendo el hilo, es decir, la dirección de los planos de sedimentación. Para este trabajo, el cantero usaba la escoda, con la cual iba desprendiendo las “pells”, que son las primeras capas de “marès”. Picaba continuando la pendiente de las grietas. El nombre de la escoda varía según las comarcas: “escoda murera”, “escora alcudienca” … En el Pla de Sant Jordi se empleaba la “escoda llucmajorenca”, que tenía forma de T.
Con esta herramienta el cantero hendía el “marès” haciendo las regatas, bastante gruesas, posicionado con un pie delante y otro detrás. Hacer regatas era el primer trabajo que se aprendía del oficio. De las regatas se distinguen las regatas largas (“llarguers”), que consistían en una línea recta, donde se va fracturando el “marès”, y las regatas cortas (“capcers”), que son las que se trazan con la finalidad de separar las piezas. Seguidamente, se realizaban las “tasconeres”, que son las regatas de debajo (la mocheta), bastante gruesas, y donde se emplazaban las dos “llaunes” (barras largas y planas de hierro), que eran el enser que favorecía la fuerza para poder extraer la pieza de “marès” completa. Se colocaban una sobre otra con tres o cuatro cuñas de hierro, y se golpeaba con un mazo una cuña tras otra de manera continua, trabajo que el cantero realizaba posicionado de pie sobre la pieza que deseaba extraer. El cantero escuchaba y notaba las vibraciones al golpear, si sonaba vacío o si «cantava»; según la rampa que sentía en las piernas sabía dónde tenía que golpear más fuerte o más flojo. De esta manera, el cantero percibía con el sonido el defecto del “marès”. Si «cantava» es que era bueno, y si sonaba vacío es que el interior estaba hueco y se rompería con facilidad. Con este procedimiento, continuaba golpeando punto por punto hasta romper la pieza. Para extraer la pieza utilizaba una vara o palanca que consistía en una barra de hierro muy larga. Después se dedicaba a arreglar dicha pieza con la ayuda del trinchante (especie de doble hacha), es decir, le daba forma, la arreglaba. 
En la década de 1920, ya se usaba el tronzador o la sierra de largos para serrar piezas de “marès” y obtener de esta manera todos los gruesos. Pero el tronzador no será desplazado de las canteras con la llegada de las sierras mecánicas en la década de los 30, a modo de premecanización. Ambos ingenios convivirán y se usarán habitualmente.
Se sabe que las herramientas de cantero se afilaban con frecuencia. Francisco Vich indica que en 1950 los herreros arreglaban diariamente unos trescientos utensilios de cantero. Lo que hacían era cambiar los calces, que eran las puntas o cortes de acero que soldaban en los extremos para darles más consistencia y para rehacer las herramientas del desgaste.
Para tomar las medidas, se utilizaba una iguala o regla, que era una barra de madera marcada con medidas, con la cual se marcaba la pieza con ayuda de un lápiz. Habitualmente, la medida de la pieza era de 40 x 80 cm., pero el grueso variaba y podía ser de 6, 10, 20, 25, 30 cm… y recibían diferentes nombres según su grosor “gruix de rei” (25 cm.), “gruix d’emperador” (30 cm) … el “marès”, además, se compatibilizaba y se vendía por carretadas (ver apartado medidas del “marès”). 
Para acabar, el cantero alzaba la pieza con las manos “a braó” (a pulso) y la transportaba dándole vueltas sobre sí misma, utilizando una técnica con las manos que aprovecha la fuerza del giro para ir moviéndola (que se denomina “fer ballar el marès”). En este proceso, si el “marès” era de mala calidad, los cantos de la pieza se deshacían.
El cantero transportaba la pieza hasta el molino. El molino, a modo de montacargas, consistía en un tronco de higuera grueso y redondo (pesaba poco), con seis palos insertados, comúnmente de acebuche. El ingenio se montaba sobre piezas superpuestas de “marès” (que la memoria oral denomina “currunes”). Fullana, en su diccionario, describe el ingenio como «nom que els pedrers o trencadors de marès donen al torn que empren per a pujar les peces o mitjans dalt la pedrera; consisteix en un cilindre de fusta, muntat horitzontalment sobre dos suports, amb una roda de sis antenes a un extrem, semblants a la d’un molí de vent, amb les quals li fa fer voltes per enrotllar-hi el rest o corda on va suspesa la peça que volen pujar». Es decir, el torno se giraba con ayuda de los palos y la cuerda se enrollaba alrededor del tronco. En el extremo de la cuerda había un gancho con dos cadenas para sujetar la pieza y así subirla hasta el carro. Era habitual que las mujeres manejaran el molino y cantaban mientras lo hacían.
La mecanización, en los años 50 del siglo XX, supuso el uso de la sierra de disco o rotatoria y el fin progresivo de picar a mano [los últimos canteros manuales (que trabajaban "a la mala") del Pla de Sant Jordi fueron Francisco Vich y Martí Salvà, que explotaron una última cantera a mano a causa del pedido de unas piezas con unas medidas concretas]. Se debe señalar que el cantero que trabajaba “a la mala” extraía unas diez piezas al día. Mientras que la mecanización supuso una producción de una pieza cada 45 segundos.
La sierra rotatoria contribuye a realizar tiradas largas y rectas, y de este modo las canteras son más amplias y rectangulares. La explotación se ejecuta en un sentido horizontal más que vertical. La sierra de disco rotula la cantera. Movida por electricidad o motores de explosión, este ingenio se desplaza sobre raíles con sierras de disco. La rapidez de corte aumenta y facilita el trabajo. Las piezas que escinde son de medida estándar de 80 x 40 x 40 cm. La máquina traza una red perpendicular para después voltear el eje de una de las sierras que corta con la finalidad de separar la pieza. Pero cabe decir que el uso de la sierra giratoria también presenta el inconveniente de no poder utilizarse en canteras desiguales de dureza o entrecruzadas y, consecuentemente, a causa de ello, prevalece la cantidad sobre la calidad, ya que la mecanización no selecciona entre el “marès” bueno y el malo; las máquinas lo seccionan y lo extraen todo, y de ello depende las características del estrato que se está explotando en ese instante. No es extraño que a veces los sillares cortados con máquina presenten líneas de factura.
Esta sobreexplotación supuso que, en los años 50, resurgiera la exportación con envíos a Valencia y Sevilla, y sumándose la euforia constructora a raíz del turismo. En los años 70, a partir de la crisis del petróleo, también hubo un período de rehabilitaciones de construcciones populares que requerían “marès”. En las canteras mecanizadas, el cantero levanta las piezas con una horca en forma de U, y se sigue usando el tronzador o la sierra mecánica para cortar la pieza respetando los estándares de los diferentes espesores. 
La cantera se explotaba hasta llegar al nivel acuífero o de agua freática. Algunos canteros decían haber excavado hasta los 80 palmos (unos 16 metros) sin encontrar agua, si bien en la zona de Es Carnatge el agua ya aparecía a los 15-20 palmos (4 metros). Cuando se presentaba la dificultad añadida para subir las piezas a la superficie también se sopesaba abandonar la explotación de la cantera. 
De los restos de las piezas cortadas se producía el cascajo o tasquil (“picadís”), que con el tiempo generó una industria propia. El cascajo se purgaba con un “belitre” (bastidor cuadrangular guarnecido de varas paralelas formando una parrilla), y se mezclaba con cemento, grava o arena. Con el tiempo el cascajo ya lo hacía una máquina, que se encargaba de triturarlo todo.
La indumentaria del cantero consistía en unos pantalones comunes y alpargatas. En verano, el cantero trabajaba con pantalones cortos y sin camisa. Las mujeres se ataviaban con unos calzones debajo de la falda para evitar los trocitos de “marès” que brotaban a cada golpe.
El cantero trabajaba de sol a sol y era frecuente que viviera en barracas construidas con trozos desiguales y desechados de “marès”, vigas de madera y tejado de “llivanya”. El cantero vivía solo o con algún compañero, ya que no era habitual alojar a la familia en las barracas. Dormían sobre lechos de boj y el mobiliario consistía en una silla, una mesa de “marès”, un par de ollas, una jarra para recoger agua y un candil de aceite o una lámpara de carburo, que también utilizaban para iluminarse en el trabajo durante el ocaso o el alba.
Es usual encontrar dentro de las canteras árboles frutales, como higueras, naranjos y limoneros, que parece ser plantaron los canteros para comer durante el día a día. Además, el cantero pescaba en la costa y cazaba tierra adentro: tordos, conejos y erizos.
Los canteros que vivían en las barracas venían de lejos, no así los que habitaban en el mismo Pla de Sant Jordi, que se desplazaban principalmente en bicicleta de su casa a la cantera y de la cantera a su casa. Sus hábitats se ubicaban en los núcleos del Coll d’En Rabassa, es Pil·larí (Sant Francesc), ses Cadenes o s’Arenal.
Los niños también picaban en las canteras, utilizando una escoda pequeña para hacer las regatas. Era el primer trabajo que aprendían. También se dedicaban a recoger cascajo con un azadón y lo replegaban en una espuerta de esparto.

Anécdotas
A veces se repartía el almuerzo por secciones dentro de la cantera, de esta manera el cantero avanzaba con un objetivo, fase por fase, de alcanzar la comida. 
Muchos de los canteros que regresaban de ses Cadenes por la Carretera Militar per s’Aranjassa, camino de Sant Jordi, se detenían en algún café donde se jugaban el jornal a las cartas y perdían todo el sueldo de la semana.

Medidas del "marès"
Es importante tener en cuenta las medidas de las piezas de “marès” y el nombre que recibían según el grosor, así como el número de piezas que formaban una carretada, que generalmente era la cantidad de piezas que cabían en un carro; pero que en el caso del “marès” la carretada hace referencia a la cantidad de piezas que se cargaban en el trineo de troncos de acebuche que se utilizaba para desplazar las piezas desde la cantera al bote. Cuando el carro se utilizó como medio de carga habitual, cabe señalar que estos transportaban un equivalente a cuatro carretadas.
Miquel Ballester, a través de las fuentes documentales, recupera las medidas antiguas en palmos (1 “pam de cana” equivale a 19,55 cm), mientras que la tradición oral ya nos habla del ancho en centímetros, si bien se continuaba conservando la nomenclatura para cada una de las piezas.
El “teulader”, el grueso del cual era ¾ de “quart de pam” (3,66 cm).
La “llivanya”, el grueso del cual era 1 “quart de pam” (4,88 cm), 5 cm según la tradición oral. Ocho piezas formaban una carretada.
La “mitja pedra”, el grueso del cual era 1 “quart i mig” (7,33 cm), 7 cm según la tradición oral. Ocho piezas formaban una carretada.
El “tresperdós”, el grueso del cual era ½ “pam” (9,77 cm), 10 cm según la tradición oral. Seis piezas formaban una carretada.
El “ordinari”, el grueso del cual era 3 “quarts” (14,66 cm), 15 cm según la tradición oral. Cuatro piezas formaban una carretada.
De “pam o vint”, el grueso del cual era 1 “pam” (19,55 cm), 20 cm según la tradición oral. Tres piezas y media formaban una carretada.
De “rei”, el grueso del cual eran 5 “pams” (24,40 cm), 25 cm según la tradición oral. Dos piezas y media formaban una carretada.
De “emperador”, el grueso del cual era un “pam i mig” (29,31 cm), 30 cm según la tradición oral. Dos piezas y media formaban una carretada.
En Llucmajor, se extraían piezas de 40 y 50 cm de grueso, estas últimas se denominaban de “llit ample”.


Historia y transformaciones del elemento
Materia primera
Procesos y preparativos
La extracción de “marès” en Mallorca se remonta a tiempos prehistóricos, si bien la manera de aprovecharlo no alteraba el aspecto del terreno y por ende no deja huellas que haga entrever los yacimientos, hecho que no sucede con las explotaciones romanas, que sí presentan vestigios reconocibles.
En el siglo XIV las canteras eran bienes comunales. La cantera de Son Verí (Llucmajor) ya se documenta, gracias a un contrato de alquiler, en el año 1347. Asimismo, del siglo XV hay numerosas referencias sobre canteras en el litoral. Parece ser que las ordenaciones gremiales de 1405, que recogían el oficio de albañil, ya incluían al cantero. En 1364 hay una mención sobre la organización de este gremio, cuando se establece en la capilla de los Cuatro Mártires Coronados de la iglesia de Santa Eulalia de Palma (Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino). A principios del siglo XVI, con las Germanias, los ataques turcos y la peste, los canteros, empujados por un posible auge de la construcción, y junto con los albañiles, solicitaron con fortuna su antigua casa para albergar a sus patrones, que incluía a su vez a la Virgen de la Leche. Durante este siglo se reflejará la pobreza del gremio, y las ordenaciones de la época asemejan más un instrumento fiscal que una norma de reglamentación del trabajo y de la organización: se establecían las cuotas sobre las piedras vendidas, el monopolio de la venta de piedra para los maestros, las imposiciones a extranjeros para poder trabajar en Mallorca, etc. Del año 1568, gracias al historiador Font Obrador, se conocen el nombre de algunos sobrepuestos del gremio de canteros-albañiles: Matías Nicolau, Bartolomé Tomàs Argenter y Jaume Noguera. En esta época se acentúa el centralismo de Palma, lo cual provoca que en 1604 hubiese un movimiento autonomista de albañiles en Llucmajor y Porreres. En s’Arenal de Llucmajor existió una sección autónoma de canteros que ostentaban en el escudo el trinchante, que es una de las herramientas que utilizan. Esta segregación del gremio de Palma correspondió presumiblemente a una fuerte demanda de trabajo. En el año 1663 se materializó la segregación de los canteros de Llucmajor, que se constituirán como gremio.  
En estas ordenaciones, los canteros establecen de manera definitiva el culto a la Virgen de la Leche (que en el siglo XIX será nombrada patrona de s’Arenal ─importancia de la tradición─), si bien seguirán como patrones los Cuatro Mártires Coronados. Las ordenaciones también establecen la libertad de faenar en cualquier lugar de Mallorca, facilitando el trabajo a otros canteros foráneos de Llucmajor; controlan las contrataciones, etc. Se fijó como día de la asamblea anual el domingo después de San Lorenzo (10 de agosto). En 1722 se escindieron definitivamente de los gremios de Palma.
Con el tiempo, a finales del XIX y principios del XX, el trabajo de cantero se intensificó y formó uno de los grupos más homogéneos en el movimiento obrero mallorquín. La mejora del camino de s’Algar, que conectaba Llucmajor con s’Arenal, facilitó la llegada gentes de dicho municipio.
En 1905 numerosos canteros se establecieron en Son Sunyer (la hacienda más grande Palma) y comenzaron a explotar canteras que los especialistas definen como de buena calidad. En 1920, el agotamiento de las canteras del Coll d’en Rabassa supuso que muchos más canteros se establecieran en las tierras de Son Sunyer.
Poco después, la llegada del ferrocarril, en 1916, masificó la industria. Un gran número de gentes de Llucmajor se trasladó a trabajar al Pla de Sant Jordi. Las antiguas barracas de canteros de finales del siglo XIX son substituidas por viviendas. Nacieron de este modo los núcleos de s’Arenal (Llucmajor), es Pil·larí (Sant Francesc) y ses Cadenes. En el censo de 1930 se tiene constancia que la mayoría de personas que habitan en el Pla de Sant Jordi era oriunda de Llucmajor, Algaida y Marratxí.
En los años 30 la extracción de las canteras se premecanizó parcialmente con la instalación de sierras mecánicas, que coexistirían con los trenzadores o sierras de largos.
Si bien los canteros manuales se situaban en el sector I, eran considerados como obreros, de aquí el estrecho vínculo que los unía al movimiento obrero la ideología anticlerical, libertaria y comunista, y que reflejó una sociedad igualitaria por lo que respecta a la mujer, no sólo en el mundo laboral (picaban en las canteras), sino en su papel en la sociedad (las mujeres iban a los cafés como clientes). Dentro de este carácter ideológico se debe señalar, por ejemplo, la inexistencia de una iglesia en ses Cadenes, núcleo importante de canteros. Este punto muestra las diferencias con el hortolano, bajo la tutela de un señor y vinculado a una sociedad más tradicional. Hacia 1927, los canteros constituyeron la cooperativa Unión de Canteros para luchar por sus intereses y contra los abusos continuos de los mercaderes. La Unión marcaba el precio del “marès” frente a los mercaderes y, además, ayudaba al trabajador según su productividad; es decir, si un cantero producía un número inferior de piezas era compensado (igualdad de trabajo, producción, costes y salarios). En 1931 se organizó la cooperativa La Renovación, Obreros y Canteros y Similares, cuyos objetivos eran reducir la jornada laboral e impartir una educación y una moralidad a los socios. 
Todos estos puntos nos revelan que los canteros, ligados a las corrientes socialista y comunista, y manifestándose con la izquierda y la lucha obrera, contrastaba con el conservadurismo y la tradición que emanaba del campo, aunque los hortelanos si se establecieron en cooperativas. Los canteros también se vincularon con la sociedad Cultura Social que fomentó la cultura entre sus compañeros.
La Guerra Civil (1936-1939) supuso que el sector fuera víctima activa de la represión franquista, sobre todo en ses Cadenes, afectando inevitablemente a la organización obrera.
La industria de la cantería se mecanizó definitivamente hacia 1955, de la mano del sindicalismo vertical, que paradójicamente recuperó unos estatutos de 1935. Aunque había conciencia corporativa, era habitual que el cantero tuviera otro oficio. Eran muchos los trabajadores que ejercían de canteros, pero también de hortelanos, herreros… o amas de casa, ya que la mujer realizaba el mismo trabajo que el hombre en las canteras e incluso se encargaban de uno de los trabajadores más duros: el molino, donde movían la polea para levantar las piezas de “marès” hacia la superficie.
La mecanización vino favorecida por el turismo, y grupos de canteros se reunieron en sociedades comprando máquinas de cortar “marès” (sierras giratorias) que rondaban las 2.000 pesetas. Otros las alquilaban o iban a trabajar como jornaleros en dichas canteras mecanizadas. La tradición oral nos habla de herreros como los Rigo, que perfeccionaron o fabricaron modelos propios de sierra, equipados con discos de dientes de widia, que eran bastantes costosos si se rompían. Se trataba del taller de Martín y Sebastià Rigo de s’Aranjassa, que como el obrador regentado por Miquel Tous del Coll d’en Rabassa, se dedicaba a fabricar y reparar este tipo de maquinaria.
En los años 50, con mestre Juan de sa Plaça de presidente y Miquel Pruna de contador de la Cooperativa de Canteros, se propuso bajar el precio del “marès” frente a los canteros de máquina como medida de presión. Pero la mecanización era imparable y conllevó una serie de cambios como un horario de trabajo o el ruido insoportable de las máquinas. Además, asentó el capitalismo en la cantería, en controversia con las cooperativas de antaño. A todo ello se debe sumar la introducción de materiales de construcciones nuevas, como el tocho.
En la identificación de grupos socioeconómicos del Pla de Sant Jordi, y a partir del estudio del censo que hace Miquel Grimalt respecto a los canteros, se debe señalar que en 1930 los canteros eran el 1,43% del total de la población activa, un porcentaje mínimo frente a la mayoría que eran agricultores y sumaban un 89,17%. En 1950 los canteros eran el 5,43%, en 1960 el 5% para bajar al 1,69% en 1981, coincidiendo con el cambio de modelo económico que acompañó la subida desmesurada del sector III (servicios-turismo) que representaba el 56% de la población activa total, en contraste con el 28% del sector I, que en 1960 era del 67%, pero en 1930 era del 92% de la población activa del Pla de Sant Jordi.
Estos datos se han de estudiar con pies de plomo, ya que muchos de los canteros eran horticultores a tiempo parcial y, tal vez, se refiere simplemente como cantero a aquellos que vivían en los núcleos urbanos. Además, Grimalt trata expresamente el Pla de Sant Jordi, a excepción de s’Arenal, y lo consulta por secciones, lo cual contrastaba con las afueras, frente a la extensión imperante de agricultores. Según los expertos esto no quita importancia a los canteros como núcleo y, además, se ha de tener presente que el sector II había muchos albañiles que tal vez se podían incluir dentro del análisis.
La evolución de los sectores socioeconómicos marca, en cierta manera, los cambios profundos que ha sufrido el Pla de Sant Jordi en las últimas décadas en las relaciones humanas y laborales.
Piedra, Marès
1. Buscar el terreno propicio para establecer la cantera. Acuerdo con el propietario y pagar canon semanal o mensual.
2. Quitar árboles, hierbas y piedras.
3. Quitar las “pells” (primeras capas de “marès”) con la escoda.
4.     Hacer regatas largas (“llarguers”) y regatas cortas (“capcers”) sobre el “marès” con la escoda.
5.     Colocar “llaunes” y cuñas, y golpear hasta hendir la pieza.
6.     Extraer la pieza con ayuda de una barra o a pulso.
7.     Tomar medidas con una iguala o regla.
8. Arreglar o dar forma a la pieza con un trinchante.
9. Mover o hacer bailar la pieza hasta el molino.
10. Levantar la pieza con el molino hasta la superficie y cargarla sobre el carro.

Objectivo de la actividad/proceso/ técnica
Distribución/ consumo
Oficio/ conocimientos técnicos
Piezas de marès
Las piezas de “marès” que se extraían de la cantera eran transportadas por los carreteros, mayoritariamente provenientes del Coll d’en Rebassa, es Pil·larí, ses Cadenes y s’Arenal. Su destino era el mercader, que había encargado las piezas y se ocupaba de venderlas; o bien las depositaban en la estación de s’Arenal, donde se cargaban en el ferrocarril para transportarlas a su destino. Uno de los mercaderes, Magí Meco, montó en ses Cadenes un cargador de “marès” conectado con el ferrocarril y, de esta manera, facilitó el transporte hasta Palma. 
Miquel Ballester explica que antes de esta revolución del transporte era común utilizar, en una construcción, el “marès” de las canteras más cercanas, ya que costaba acarrear el “marès” de lugares remotos, tanto a causa del mal estado de los caminos o de las características rudimentarias de los carros, cuestión que cambió con la introducción del carro de rueda con rayos (inicios del siglo XIX), lo cual mejoró considerablemente el transporte de las piezas. Es cierto que hasta entonces era frecuente el uso de botes y faluchos (embarcaciones) para el transporte, por esta razón se conservan restos de muelles muy cerca de las canteras del litoral (por ejemplo, es Carnatge). Las piezas de “marès” se bajaban al mar mediante angarillas que se desplazaban sobre los “devalladors” (viales de “marès” con canaleta) o bien utilizando un tipo de trineo de troncos de acebuche, arrastrado por un asno a través de caminos de losas de “marès” (de ahí proviene el número de piezas que conforma una carretada y que varía según el grosor). Las piezas también se podían cargar en barcazas, que navegaban hasta Palma. El Archiduque Luis Salvador habla del uso de laúdes para el transporte de estas piezas, que se descargaban al pie de la muralla de Palma para después distribuirlas por los diferentes lugares de construcción.
El “marès” se destinaba a la construcción: casas, molinos, almacenes... y también, antiguamente, a obras civiles y religiosas, tanto públicas como privadas (por ejemplo, la Catedral). A finales del siglo XIX, los constructores de Palma, según el Archiduque Luis Salvador, utilizaban “marès” del Coll d’en Rabassa que, aunque presentaba una estructura irregular, era de gran resistencia. El mismo autor nos expone que las construcciones hechas en “marès” se cubrían con una capa de mortero para protegerlo del aire del mar y la humedad. Este procedimiento se denominaba embetunar. 
En el Pla de Sant Jordi, el “marès” era el material más usual de construcción, caracterizado por su ligereza y resistencia. En el pasado se construía con bloques irregulares mal devastados, y se dedicaban los sillares o las piezas regulares en esquinas, ventanas y puertas. A mediados del siglo XX las piezas regulares se utilizaron en las construcciones más modestas. Según el grueso de la pieza del “marès” se empleaba para tipos de construcciones diferentes. El “gruix d’emperador” se usaba para pilastras y elementos estructurales, como muros de carga, al igual que el “gruix de rei”. En cambio, los “gruix de pam o ordinari” se utilizaban para construir muros, y con el “gruix de tresperdós” se construían tabiques gruesos. La “mitja pedra” y la “llivanya” se empleaba para bóvedas y bovedillas.
García Inyesta habla de las imperfecciones del “marès” común: porosidad, cristalización y estratificación bajas, características que suponían ventajas e inconvenientes a la hora de usarlo. En obras de magnitud, como la Catedral o La Lonja, existía la figura del “picador”, que era la persona encargada de trabajar la pieza que se debía utilizar para la construcción, y cuyo fin era dejarla en perfecto estado por la totalidad de los lados, usando la “picoleta”, la raedera, el cincel, el martillo...
Otro producto originario del marès es el cascajo o el tasquil (“picadís”), que se usa normalmente, mezclado, para enfoscar o guarnecer las paredes, fachadas, o poner debajo de las baldosas en seco, etc. Los canteros también fabricaban pilones de “marès” para abrevar a los animales.
El cantero se regía por los cortes para buscar buen “marès”. Por ejemplo, una superficie que era negra y desprendía olor de gas significaba que debajo había un mejor “marès”.

Herramientas, infraestructuras y objetos empleados y/o accessorios
Formas de organización social/ organizaciones formales o informales
Patrimonio relacionado (patrimonio natural/bienes muebles/bienes inmuebles/ bienes inmateriales asociados)
Azadón: herramienta de hoja triangular que se utilizaba para hacer hoyos o mover la tierra. El cantero la usaba habitualmente para limpiar la cantera y recoger el cascajo.
Espuerta: recipiente hecho de palma o esparto, más amplio en la boca que en la parte inferior que servía para contener y transportar. Se utilizaba en el proceso de limpieza de la cantera y para recoger el cascajo.
Alzaprima: barra de hierro o madera que se utiliza para hacer palanca, útil para mover piedras voluminosas.
Escoda: herramienta parecida a un martillo grueso, con punta en cada una de las cabezas del hierro, que se empleaba para picar la piedra y hacer las regatas. La forma de la herramienta permitía avanzar en el surco, sin hacer palanca y poner de ese modo en peligro la integridad de la pieza en la cual se trabajaba. La manera de utilizarla obligaba al cantero a desviarse de la vertical en los tajos, lo cual explica las paredes inclinadas en las canteras artesanales.
“Llauna”: lámina, hoja delgada de metal o de otro material. Se utilizaban dos, introduciéndolas en la regata “tasconera”, y entre las mismas se encajaban las cuñas.
Cuñas: objetos de metal, de sección triangular, que sirve para abrir cuerpos sólidos o para mantener estrechos dos cuerpos entre los cuales se coloca. Se encajaban entre las dos “llaunes” y se golpeaban con una maza de modo continuado con la finalidad de extraer la pieza de “marès”. 
Maza: martillo grueso, de mango largo, que se empleaba para golpear las cuñas. El cantero se posicionaba de pie sobre la pieza que deseaba extraer. Gracias a los golpes percibía la calidad del “marès”. Si era bueno “cantava”, si era de mala factura sonaba a hueco.
Trinchante: hoja de metal amplia a semejanza de un hacha de dos hojas y con corte que se usaba para arreglar la pieza de “marès”, es decir, proporcionarle forma regulando las superficies, confeccionando de dicho modo la pieza con las medidas requeridas.
“Manuella” (vara): barra de hierro con filo en uno de los extremos o en ambos y que servía para ahondar en la piedra para hacer barrenos. También se podía usar como punto de apoyo para levantar la pieza de “marès”.
Iguala o regla: instrumento de madera, metal u otra materia dura, larga y derecha, de sección rectangular, generalmente de poco grueso que sirve para trazar líneas rectas pasando un lápiz por el margen. 
Molino: ingenio de madera con cuerdas que se utilizaba para levantar piezas de “marès” desde la cantera hasta el carro. Constaba de un tronco de higuera montado sobre dos soportes formados por piezas desechables de “marès”, con una rueda con seis palos de acebuche que permitía darle vueltas para enrollar la cuerda o maroma donde iba suspendida la pieza que se deseaba subir.
Tronzador o sierra de largos: sierra larga manejada por dos hombres situados a ambos extremos. En ocasiones está montada en el centro de un bastidor cuadrangular y otras está reducida a la hoja de acero y a un mango en cada uno de los extremos. Se utilizaba para serrar piezas de “marès” y, por ejemplo, partir una de “gruix d’emperador” (30 cm) en dos de “gruix ordinari” (15cm) y de ese modo obtener media carretada. Con el tiempo el tronzador fue sustituido o coexistió con las sierras mecánicas que ejecutaban esta labor con más rapidez y efectividad.

Mecanización
 
Sierra rotatoria o de disco: máquina que realizaba los cortes para extraer las piezas, formada por dos discos, uno que cortaba por debajo y el otro que cortaba las piezas de lado. Posteriormente, se incorporó el disco dentado, lo cual facilitó el corte con puntas de widia (abreviatura de “wie diamont”, «como el diamante», es decir, carburo de wolframio o tungsteno). Con el tiempo se perfeccionaron los modelos con discos dentados con puntas diamantadas, cadenas dentadas, hilo diamantado, etc.

En la Edad Media y en la Edad Moderna los canteros se organizaron en gremios. La evolución socioeconómica del oficio supuso con el paso del tiempo su emancipación de los albañiles (con quienes compartían gremio) y su importancia desemboca en la segregación del gremio de Palma y en la constitución en diferentes municipios de gremios de carácter propio y local, entre estos el de Llucmajor.
Durante el siglo XX, los canteros se agruparon en asociaciones y cooperativas de corte proletario, siendo protagonistas de un movimiento obrero al alza y con fuerza dentro de los núcleos urbanos del Pla de Sant Jordi donde eran la mayoría. Porque los canteros se consideraban en aquella época obreros frente a la realidad agraria que los rodeaba, sobre todo la mujer que trabajaba en la cantera, la cual ensalza unos valores vinculados a los movimientos de izquierda del momento y sobresale como la vanguardia de la mujer emancipada y emprendedora en un mundo de hombres.
Por normal general, no había familia en el Pla de Sant Jordi que no tuviera un miembro que se dedicara a la cantera. En la cantera picaban hombres, mujeres y niños. Todos participaban del oficio, y era el modus operandi para transmitir la profesión de una generación a otra. 



Uso y función
Precisiones de uso y función
Participantes/ ejecutantes
Extracción de piezas de marès
En Mallorca se conoce como “cantó de marès” la piedra de “marès” cortada en forma de paralelepípedo que sirve para construir edificios.  También se puede denominar pieza o sillar, que mantiene las medidas de 80 x40 cm, pero varia en el grueso.

Hombres y mujeres de todas las edades, solteros y casados, niños… 
Los niños recibían una escoda de pequeñas dimensiones para aprender el oficio.
Las mujeres realizaban todo tipo de trabajos, pero se brindaban siempre al manejo del molino. 

Salvaguarda

Transmisión
Viablidad/ riesgos
Valoración del individuo/grupo/ comunidad
Usualmente de padres a hijos. En el caso de las mujeres, algunas comentan que su maestro fue el marido.
Cambio del modo tradicional de extracción a causa de la mecanización. 
Pero, sobre todo, usos de nuevos materiales en la construcción. En la actualidad, el “marès” sólo se usa en obras de restauración y para elaborar piezas de ornamento. No se construye íntegramente en “marès”.
La mayoría de personas entrevistadas ven inviable la recuperación del oficio de cantero manual, tal y como se conoce, cuestión que es incompatible con la mecanización del sector, que, aunque pervive y tiene su mercado (cascajo, sobre todo) y otras actividades económicas que han impactado sobre el Pla de Sant Jordi, como es el turismo. 
En cambio, si defienden que se conserve la memoria de la profesión y que esta memoria ha de ir vinculada al paisaje, ya que todavía quedan restos de las canteras a lo largo del territorio que se muestran como huellas imborrables que evocan el oficio del cantero.

Medidas de salvaguarda tomadas por el grupo/ comunidad
Protección jurídico-administrativa/ reconocimiento patrimonial
Otras medidas de salvaguarda/promoción/ difusión
A ses Cadenes se reconoció el oficio a partir del nombramiento de una plaza y de la instalación de una placa recordatoria de las mujeres canteras en agosto de 2018. El mismo núcleo ha recogido la tradición del “marès” en las fiestas. La manera de mover las piezas de “marès” han dado origen a carreras donde se hace “bailar” la pieza desde un punto a otro. Aunque estas competiciones ya se realizaban tiempo atrás, la génesis de la fiesta actual es una iniciativa de finales de los años 80 del siglo XX.

Un cantero retirado, Francisco Vich, ha creado un museo particular, ha recopilado herramientas y documentos sobre este trabajo, lo cual ha abierto la posibilidad de montar un museo público en ses Cadenes. 
El club de la tercera edad de ses Cadenes se llama “Els trencadors”.
Igualmente, se han publicado pregones de las fiestas de San Cristóbal de s’Arenal, tratando el tema del cantero manual desde diferentes puntos de vista.

No hay ninguna cantera protegida por las Normas Subsidiarias del Ayuntamiento de Palma. Las canteras se ubican en áreas ANEI, AIA intensiva y SRG (Pla Territorial de Mallorca).

Recursos documentales

La Huerta de Levante en Palma de Mallorca
Històries de la Platja de Palma: Els trencadors de marés de S'Arenal
El teixit associatiu en una vila preindustrial: els trencadors de pedra, una elit emergent i autònoma [Pregó de les festes de Sant Cristòfol]
 
Construir en marès
Diccionari de l’art i dels oficis de la construcció
El Marès. El material, su origen, historia, propiedades, canteras y calidades disponibles actualmente.
 
Habitatges tradicionals : característiques arquitectòniques, tipològiques i constructives dels habitatges en sòl rústic a Mallorca
Historia de Llucmajor (volumen 3)
La revolta dels trencadors de les Cadenes [Pregó de les festes de Sant Cristòfol]
 
Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca, parte general (tomo VI)
Les Illes Balears. Mallorca, el sud i sud-est
Les pedreres de marès. Identitat oblidada del paisatge de Mallorca
 
Trencadors del segle XIX i XX [Pregó de les festes de Sant Cristòfol]
La població dins l'espai del Pla de Sant Jordi (Mallorca)

Información técnica

Fecha de realización
Actualizaciones de la ficha
Personas investigadoras
20/10/2020
20/10/2020
Aina R. Serrano Espases

Persona validadora
Personas redactoras de la ficha
Aina R. Serrano Espases
David Albert Vázquez

Interpretación

Significación simbólica
Significación socioeconómica
La explotación de canteras ha tenido consecuencias tanto paisajísticas como humanas. El impacto de las canteras sobre el paisaje es evidente. A parte de dejar la huella en la memoria colectiva, ha ocasionado un paisaje desordenado de explotaciones, algunas todavía activas, pero otras abandonadas que aparecen como jardines silvestres hundidos entre paredes de “marès”, hoyos medio llenos de basura, rampas, plataformas de carga y restos de maquinaria. 
Dicho de los canteros: «Vivien amb l’esperança i morien desesperats.» (Vivían con la esperanza y morían desesperados).
En la actualidad, todavía funcionan algunas canteras. La mayoría hacen cascajo o tasquil para las obras y, otras, abandonadas, sirven como basureros. Con el tocho y el hormigón, el “marès” no captó la atención de los constructores, pero con la crisis del sector y el cambio climático, tal vez se volverá a los materiales tradicionales y se interpretará el paisaje como un valor de autoestima colectivo. En cambio, la mayoría de canteras abandonadas están cubiertas de matas, repletas de basura y muestran una imagen de desolación. Las canteras del litoral parecen haberse adaptado a la costa y muchas de estas, ganadas por el mar, se muestran erosionadas por el viento, el agua y la sal. 
En temas de ecoconstrucción y bioconstrucción, que evoca un hábitat sostenible, se buscan los materiales tradicionales que comporte un impacto medioambiental mínimo y, de esta manera, se quieren promover casas saludables y cómodas, y el “marès” puede ser una opción dentro de esta forma de vida.